UN SISTEMA UNINOMINAL CON DOBLE VUELTA
POR EDUARDO CONESA
Diputado nacional (MC) 2016-2017
Las recientes elecciones porteñas demuestran una vez más la falencia del sistema de “listas”. Es necesario establecer un sistema por “circunscripciones uninominales” más eficiente. Y en caso de que ninguno de los candidatos supere el 50% de los votos de su distrito en la primera vuelta, habría una segunda vuelta entre los dos primeros más votados.
La doble vuelta fue el método usado por el general De Gaulle en Francia cuando hubo peligro de que la anti-democracia se alzara con la mayoría del parlamento francés ya que el Partido Comunista llegaba al 30% (o más) de los votos en muchísimas circunscripciones. En nuestro país si bien no tenemos la lacra del comunismo, tenemos otra peor: un partido que, aunque tenga algunas figuras respetables, fue esencialmente cleptocrático con fuertes condenas judiciales para algunos de sus miembros. Es el caso de una peligrosa primera minoría que hizo gala de una monumental corrupción en el pasado.
Urge frenarla, de manera democrática, respetuosa y racional, tanto en la Cámara de Senadores y de Diputados de la Nación, como en las provincias y en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Sería posible con el sistema de circunscripciones uninominales, repito, con segunda vuelta entre los dos primeros candidatos más votados, si es que en la primera vuelta ningún candidato obtiene el 50% (o más) de los votos de cada circunscripción.
El sistema uninominal hoy día requeriría dividir el territorio del país en 259 circunscripciones. Por cada una de ellas, el ciudadano habitante de la circunscripción respectiva, tendría que elegir un solo candidato: el que le parezca más decente e idóneo, o conforme a sus intereses. No tendría que votar por una larga lista de desconocidos como hace en la actualidad, sino por un solo candidato o candidata entre todos los aspirantes inscriptos en cada una de las circunscripciones.
En la segunda vuelta que proponemos para Nación, Provincias y CABA, solamente competirían, por ejemplo, el candidato más votado de la izquierda contra el otro de la derecha. El pueblo decidiría a quién le daría el 51% (o más) de sus votos para que asuma la representación de su circunscripción en el Congreso Nacional, en las Legislaturas Provinciales y en la Legislatura de la CABA.
Los números recientes de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires demuestran claramente el problema de no tener un sistema uninominal. Sobre un padrón de 3.088.750 electores, la lista que más votos obtuvo llegó solamente al 15,99% del padrón. En realidad ganó otro partido: el de amplia mayoría del 47% “que se quedó en casa”.
Conectado con todo esto, está el fracaso de “Ficha Limpia” promovido por Cristina Kirchner y Javier Milei, con los votos de Misiones en el Senado.
Con el sistema uninominal, lo de “ficha limpia” es menos importante. En el sistema de “listas” actual es crucial porque en ellas suelen colgarse criminales o simples amigotes del jefe del partido, sin mérito alguno. No en vano el sistema uninominal rige en Estados Unidos e Inglaterra desde el comienzo de la democracia, y es allí donde la democracia ha dado los mejores resultados.
Con el sistema uninominal, los ciudadanos están más cerca del candidato, lo conocen, o suponen conocerlo, por sus antecedentes, su cercanía, su curriculum vitae o por sus antecedentes penales. Por lo tanto, hay una tendencia a mejorar la calidad del voto. “Ficha limpia” no es tan necesaria y la democracia cobra fuerza porque el sistema tiende a “auto-limpiarse” automáticamente.
En la segunda vuelta, sin duda, se permitiría mejorar aún más la calidad de los elegidos. Hoy, los candidatos que encabezaban las listas por lo general, y salvo honrosas excepciones, no tienen la más mínima idea de las carencias de su barrio o su circunscripción.
En nuestro país, el gran Presidente General Julio Argentino Roca propuso el sistema uninominal al Congreso en 1902 con voto secreto y obligatorio por medio de la libreta de enrolamiento. En aquel tiempo votaban solamente los hombres en todos los países.
Luego lamentablemente, el Presidente Quintana, después de las elecciones de 1904, lo hizo derogar porque salió electo un diputado socialista por el barrio de la Boca, el ilustre Dr. Alfredo L. Palacios. Nada menos: una lamentable falta de visión del Dr. Manuel Quintana.
Además y por sobre todas las cosas, cobra absoluto vigor el Artículo 22 de nuestra Constitución Nacional que hoy, lamentablemente, es letra muerta. No se aplica por culpa del sistema de listas, las que verdaderamente desnaturalizan la representación del pueblo y favorecen a la partidocracia.
Afirma enfáticamente el art. 22: “El pueblo no delibera ni gobierna sino por medio de sus representantes y las autoridades creadas por esta Constitución. Toda fuerza armada o reunión de personas que se atribuya los derechos del pueblo y peticione en nombre de éste comete delito de sedición”
La idea constitucional es que el pueblo peticione por medio de cartas, mails, reuniones, o visitas al Diputado representativo de cada barrio, distrito o circunscripción, como se la quiera llamar. De esta manera se evitarían en gran medida las manifestaciones multitudinarias que cortan nuestras calles y entorpecen el tránsito, molestan a los ciudadanos en su trabajo diario, y desnaturalizan a la democracia.
Cuando el que esto escribe fuera diputado nacional, en el año 2017, presentó un proyecto de Ley Nacional Electoral a favor del sistema uninominal, inspirándose en el de Julio Argentino Roca y su ministro del Interior, el Dr. Joaquín V. Gonzalez.
Al respecto puede consultarse el “Libro Azul”, publicado espontáneamente por la Cámara de Diputados, con los 27 proyectos de Ley presentados por el que escribe en dicha Cámara. Ver Proyecto de Ley 4178-D-2017-Asuntos Constitucionales-Justicia -03-08-17, página 370.
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