La necesidad geopolítica argentina de contar con un puerto de aguas profundas.-

El 26 de junio del año 2016 se inauguró la ampliación del Canal de Panamá, la que estuvo precedida casi un año antes por la ampliación del Canal de Suez. Estos hechos cambiaron el transporte y el comercio internacional. Se comenzaron a usar buques cargueros de gran tonelaje y gran calado. Estos buques de mayor dimensión tienen hasta 366 metros de eslora, 49 metros de manga y más de 16 metros de calado. Permiten reducir fuertemente el costo del transporte internacional. Ante esta realidad que se nos viene encima, el puerto de Buenos Aires, que tiene solamente 10 metros de calado, ha quedado convertido en un puerto meramente fluvial y obsoleto debido a las economías de escalas en el transporte del comercio mundial.


Actualmente se requiere un enorme y costoso trabajo de dragado en el Río de la Plata y el Río Paraná, el cual ni siquiera permite alcanzar el viejo estándar de 12 metros de calado, lo que obliga a los buques a ingresar y salir con tan solo aproximadamente el 66% de su carga máxima. El sistema de dragado y empleo de prácticos determina un altísimo costo, que incluye una enorme corrupción. Este costo es pagado por nuestros exportadores. Esta enorme cantidad de recursos que se desperdician en un fútil trabajo de permanente dragado, practicaje y anexa corrupción podrían ser utilizados para dar una solución de fondo al problema mediante la construcción de un puerto de aguas profundas que genere una significativa disminución en los costos para nuestras exportaciones. En su falta de conocimiento, el gobierno de Fernández quiso profundizar la hidrovía Paraná-Río de la Plata con contratistas chinos, con un enorme e inútil costo, donde posiblemente hay que incluir la corrupción. Veremos qué decide el presidente Javier Milei en 2023-2027.


El puerto de aguas profundas, por su natural ventaja económica, canalizaría, además de las exportaciones y el comercio internacional argentino, el de toda la cuenca del Plata, sin necesidad de profundizar y dragar la hidrovía, incluyendo la producción exportadora de Paraguay, Bolivia, Uruguay, sur de Brasil e incluso Chile, convirtiéndolo en un punto neurálgico y estratégico del comercio internacional. El caso de Chile es notorio, pues sería más económico despachar la carga de Valparaíso a Singapur por un ferrocarril trasandino al puerto argentino de aguas profundas, y desde allí cruzar el Atlántico y el Índico, donde hay puertos de recalada y corrientes marinas favorables, que navegar por el océano Pacífico con mareas y vientos en contra y donde no hay puertos de recalada, para llegar finalmente al referido puerto de Singapur, uno de los más importantes de la economía internacional.


La Nación Argentina, desde el punto de vista geopolítico, debe su existencia al puerto de Buenos Aires. Al quedar este reducido a un menor puerto fluvial, la Argentina pierde peso en el concierto de las naciones y peligra su unidad nacional a largo plazo. Para recuperar su importancia, nuestro país debería proyectar y construir un puerto profundo concentrador de grandes dimensiones para un futuro de doscientos años en el lugar de su costa oceánica más apto y más cercano al límite exterior al Río de la Plata. Si la Argentina no lo construye, lo harán Uruguay o Brasil.


El puerto de aguas profundas podría construirse por el sistema de concesión de obra pública, es decir, sin que el Estado aporte un peso. Se ha calculado que la tasa interna de retorno sería de más del 14% considerando una concesión a 30 años, con 5 de construcción, con una inversión de 15.000 millones de dólares y un valor neto presente de 41.000 millones de dólares.


El proyecto de puerto de aguas profundas reforzaría enormemente la estrategia de apertura de la economía para que nuestro país pueda recuperar el porcentaje del 3% del comercio mundial que nuestro país supo obtener con respecto al total de las exportaciones mundiales en la primera mitad del siglo XX. Ese porcentaje en la actualidad se ha reducido a menos del 2‰, y ello constituye un índice claro de nuestra decadencia y de la necesidad de revertir esa caída. Este proyecto sería esencial para volver a crecer y levantar nuevamente el nivel de vida de nuestra población, que supo estar entre los cinco más elevados del mundo, en lugar del puesto setenta que ostentamos actualmente. Nuevamente, si Sarmiento, Roca, Avellaneda o Pellegrini hubieran sido presidentes en los últimos años del siglo XX o en los primeros veinte años de este siglo XXI, la Argentina contaría con un puerto de aguas profundas. La Argentina de hoy necesita urgentemente presidentes estadistas como Sarmiento o Roca, con una visión del futuro y del desarrollo nacional. ¿Estará Milei a esa altura? De lo contrario, nuestro país desaparecerá del mapa, preocupada solamente por rencillas internas menores alentadas por políticos ineptos.



Para más información sobre el tema consultar:

- al Capitán de Navío experto Francisco Cachaza Iramont y 

- mi proyecto de ley, con sus fundamentos, presentado en 2017 como Diputado nacional al Congreso de la Nación: 

https://www.eduardoconesa.com.ar/pdf/l-2017.pdf 








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