EL EQUILIBRIO FISCAL COMO ÚNICO OBJETIVO DE LA POLÍTICA MACROECONÓMICA / 24 de octubre 2024 -
En 1956 el Premio Nobel de economía, el holandés Jan Tinbergen estableció que debían usarse tantos instrumentos de política macroeconómica cuantos objetivos se tuvieran. Si por ejemplo los objetivos de la política macroeconómica fueran ocho: estabilidad de precios, pleno empleo, crecimiento económico, mejoras en la distribución del ingreso, favorecer la vuelta de los capitales fugados, reducir la deuda externa y redistribuir la población hacia el interior de un país despoblado, deberían emplearse ocho instrumentos.
Sin embargo, para Milei-Caputo, un solo objetivo es importante: la estabilidad de precios y lo demás vendría por añadidura. Por ello utilizan un solo instrumento: el equilibrio fiscal. Nadie duda que la estabilidad de precios debe ser un objetivo importante y el equilibrio fiscal es para ello un medio idóneo, pero este esquema demasiado simplista tiene problemas. Por ejemplo, para reducir el gasto público se cesantean empleados públicos sobrantes o incompetentes. Parece correcto. Pero al caer los ingresos de los empleados públicos cae también la demanda de bienes y servicios en el mercado. Ello determina que se reduzca la recaudación de impuestos, lo cual agranda el déficit fiscal y obliga a ulteriores reducciones del gasto público despidiendo más empleados todavía, y así sucesivamente. Esta prioridad absoluta por el presupuesto equilibrado, que es buena en sí misma, puede ser catastrófica si se la utiliza como única.
Tenemos el ejemplo de dos liberales ortodoxos y simplistas, parecidos a Javier Milei y Luis Caputo: el Presidente republicano de los Estados Unidos, Hebert Hoover (1928-1932) y su secretario del Tesoro, Andrew Mellon: este dúo, ante una suba de la tasa de interés efectuada por el Banco de la Reserva Federal en 1928 y la subsecuente caída de la bolsa de valores de Wall Street, vieron caer fuertemente la inversión privada y el empleo, y por lo tanto, también, y como consecuencia, la propia recaudación impositiva del Gobierno Federal de los Estados Unidos. Al caer la recaudación fiscal, el presidente Hebert Hoover y su Secretario del Tesoro Andrew Mellon, un comisionista de bolsa y banquero de inversión (una suerte de Luis Caputo estadounidense), se asustaron y dispusieron una reducción del gasto público. Lo cual profundizó la recesión y la caída de recaudación impositiva que llevó a nuevas reducciones del gasto público en una espiral descendente. Desembocó en 1932 con una caída del PBI estadounidense, del 30%, una deflación de precios de otro 30%, un desempleo del 25% y el cierre de 9000 bancos: un verdadero desastre que determinó que, en 1932, el presidente Hoover perdiera las elecciones en las cuales pretendía ser reelegido. Ganó el demócrata Franklin Delano Roosevelt. El nuevo presidente Roosevelt, llamó por teléfono al profesor inglés de Cambridge John Maynard Keynes y le preguntó qué hacer para salir de ese desastre.
A raíz de ello, Keynes publicó en 1936 su libro “La Teoría General del Empleo, el Interés y el Dinero”, libro que ni Caputo ni Milei entienden e incluso odian. Sería bueno que al menos lean el espléndido resumen en 11 páginas que en 1937 publicara el gran economista inglés, Premio Nobel, John Hicks, o tal vez el sólido manual “Curso de Economía Moderna” del profesor del MIT, Paul Samuelson, también premio Nobel de Economía. O más fácil aún el libro 'Economía Política Argentina' de Conesa - Rey - Zunino, Editorial La Ley 2024.
Para colmo Milei y Caputo están enamorados de la sobrevaluación cambiaria con cepo, quintaesencia del anti-desarrollo y la corrupción.
Si no tienen tiempo de estudiar aquellas ya clásicas obras maestras, les recomiendo ir a mi Blog donde encontrarán un detallado plan económico con tantos objetivos de política económica como instrumentos para lograrlos, plan que los cubriría de gloria, si lo aplicaran.
Les recomiendo además que no confíen en el sistema del RIGI para atraer inversiones extranjeras con privilegios impositivos de los que no gozan las nacionales, porque ello es inconstitucional de acuerdo al artículo 16 de la Constitución Nacional que dice que la igualdad es la base del impuesto y las cargas públicas. Además el artículo 116 de la misma Constitución establece que nuestra Corte es “Suprema”, lo cual invalida al régimen del CIADI originalmente ideado en el decenio de 1960 para los países africanos, quienes no tenían poderes judiciales probos e independientes para proteger a los inversores extranjeros de la corrupción de sus ex colonias. Por lo tanto era necesario crear tribunales arbitrales en Washington o París.
No olviden Milei y Caputo que Argentina no es una Banana Republic, no obstante los negociados kirchneristas. Es el país que impuso en el Derecho Internacional la doctrina Calvo y la doctrina Drago, glorias de la vieja y orgullosa Argentina desarrollista de hace un siglo atrás.
Se puede adquirir en su versión digital
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PERDON, " LA ECONOMIA NO ES LA CAUSA, ES LA CONSECUENCIA", en un pais donde prima la CORRUPCION A TODO NIVEL, NADIE INVIERTE PONGAS EL PROGRAMA ECONOMICO QUE PONGAS, se robaron y tenemos la documentacion en 40 años de democracia mas de 150.000 millones de dolares, y milei hasta ahora solo toca el 0,8% de la corrupcion, por lo tanto no es necesario planes ni ideas viejas o nuevas, solo terminemos con la corrupcion, lo demas es cuento. Si hoy en venezuela o afganistan ponen las medidas economicas que ud dice, quedese tranquilo, NADIE INVIERTE UN PESO.
ResponderBorrarLa cleptocracia es consecuencia de una falta de meritocracia en los nombramientos en el Estado. Ello se arreglaría haciendo cumplir el artículo 16 de la Constitución Nacional que dice que todos los ciudadanos son admisibles en los empleos públicos sin otra condición que la idoneidad.
BorrarCuando fui Diputado Nacional, el 2º proyecto de ley que presenté es precisamente el de la idoneidad y la carrera administrativa en el Estado. En el capítulo XXIX, por ejemplo, de mi libro ‘Economía Política Argentina’ de Editorial La Ley, 2024, lo explico más en profundidad.
Estoy de acuerdo con usted. Son claves la idoneidad de los funcionarios y la buena política macroeconómica. Lo demás viene por añadidura. Del equipo de Milei especialmente Caputo y Lijo no me parecen idóneos.